Cuando el consumo nos consume

La osada propuesta urbanística de una ciudad-mall aparece como una solución obvia e inquietante a la vez

Que las lógicas del consumo impregnan nuestras relaciones sociales, no es algo nuevo, de ahí que la radiografía de los hábitos y costumbres de los consumidores sean las informaciones más valoradas y estratégicas al momento de plantear nuevos escenarios, ya sean comerciales, económicos, sociales, incluso políticos.Sin embargo, la radicalización de estos rasgos puede llegar a ser inquietante, en especial cuando un grupo de arquitectos ha planteado uno de los proyectos urbanísticos más audaces del momento, poniendo en evidencia la transversalidad del consumo.“The boxtank” es el osado diseño de una ciudadcaja inspirada en los sistemas de distribución de los supermercados Walmart.

Lo que se propone es una ciudad de 100.000 habitantes, dentro de una “caja” de 11 por 1,6 kilómetros, distribuidos en 10 pisos. Dentro de este espacio en forma de caja se encuentran espacios cívicos, comerciales, educacionales, culturales, hasta religiosos, distribuidos en forma de “departamentos” o “secciones”, como en las grandes tiendas.Al igual que las estanterías de los supermercados, las carreteras atraviesan estos departamentos y se conectan entre sí como verdaderos centros de distribución, por medio de los cuales los ciudadanos- consumidores acceden.De esta forma, a cada familia se le asegura calidad en el servicio, una distribución óptima de sus necesidades, un estilo de vida fácil de decodificar, entre otros atributos similares a los que nos ofrecen los supermercados cada vez que ponemos un pie dentro de sus instalaciones.

Paradójicamente y a pesar de lo estandarizante que podría parecer este proyecto de vida, lo que subyace aquí no es sólo la mirada del consumo como satisfacción de necesidades, sino que se trata también del consumo como la apropiación de bienes como medios de distinción simbólica, en donde lo que se transa no son solo productos propiamente tal, sino estilos de vida, diferenciaciones (a veces mínimas) propias del estilo particular de cada comunidad.Pero el consumo es mucho más que lo que hacemos en un mall.

Recientemente pude estudiar a una comunidad virtual que se junta periódicamente en internet para discutir sus temas favoritos.Al preguntar mediante entrevistas personales sus intereses y móviles para participar, resultó muy interesante constatar que para muchos de los usuarios, el participar activa y comprometidamente de un espacio público y abierto (como es esa comunidad) significaba simplemente conectarse, entrar, recaudar la información y salir. Es así como el “consumo” de información (ni siquiera la producción de la misma) aparecía como una forma de participación social, algo que cambia dramáticamente nuestra concepción basada en la nostálgica imagen del militante o activista.Lo más evidente entonces es que el consumo por más que pareciera, no es un acto de compra venta simplemente y tampoco una acción individual, ya que es absolutamente social y compartido.Más que satanizarlo de lo que se trata entonces es de visualizar su tremendo impacto en las formas de relacionarnos, tan comunes a nuestras vidas como el diseñar nuestras casas con estructuras de supermercados o definir nuestros actos ciudadanos.

Publicado en Vistazo 30/Noviembre

Comentarios

Ana dijo…
A propósito de este articulo, se publico recientemente en ALTERNET una columna muy interesante que da cuenta de como "en la medida en que las personas se vean mas como consumidoras (y no como productoras, trabajadoras, o ciudadanos) menos estarán concientes de como las grandes cadenas impactan en sus vidas y sus comunidades y mas inclinados estarán de ver a dichas cadenas como aquellas que satisfacen sus necesidades esenciales "calidad, precio e información de compra" (copiado textualmente)

http://www.alternet.org/story/45166
Anónimo dijo…
vale. si alguna reflexión urge en los actuales momentos es cuestionar al dios del consumismo, (porque es el consumismo y no el consumo el que nos hace imaginar comunidades en forma de centros comerciales). claro, no vía satanización, tan irreflexiva como el endiosamiento (como que dios y el diablo son las dos caras de una misma moneda).

saludos,
Denise Nader dijo…
Las palabras clave del artículo son "solución obvia e inquietante a la vez". A mí me inquieta mucho la idea de esa ciudad, qué claustrofobia...

Es interesante esto del consumo, de asumirnos como consumidores para dejar de sentirnos víctimas y poder disfrutar de la estructura social predominante.

Lo que cuentas de las comunidades en donde se consume información y esto se traduce en la percepción de ser miembro activo de esa comunidad, me lleva a las comunidades de anoréxicas que se llaman "pro-ana": son consumidoras de un ideal, pero no se sienten víctimas de él, sino que reivindican su posición diciendo que es una elección del estilo de vida que les gusta (el de verse anoréxicas). Lo curioso aquí es que el consumo de esa imagen implica un cese del consumo como transacción que beneficia a una de las dos partes: ¿quién gana, aquí? Si una chica elige matarse de hambre, está dejando de consumir, en teoría (de la vieja guardia).

¿Hay algún lugar donde ver fotos o imágenes del proyecto urbanístico boxtank? ay un blog muy bueno de arquitectura, chequéalo cuando puedas: http://bldgblog.blogspot.com/
Anónimo dijo…
yo entendí un mensaje diferente al que entendió nashira.

en el artículo de alternet entendí que debo dejar de pensarme estrechamente como consumidor y asumirme además como trabajador, productor, dueña de negocio, ciudadana, y 'guardiana' de mi comunidad. y así encarar con mejores argumentos el avance avasallador de las grandes cadenas. (el artículo se refiere a comunidades que han conseguido organizarse para impedir que se instale en ellas una cadena como walmart, por ejemplo)

en otras palabras somos más que simples consumidores y en la medida en que nos asumamos más allá de nuestras necesidades de consumo, mejores posibilidades tenemos para oponernos a alguna oferta que no nos gusta. (en el caso del artículo ,la oferta que no nos gusta es que nos pongan una cadena en el pueblo y que con eso sufran los ingresos de nuestros productores locales, por ejemplo).

cito del artículo de alternet: " la gran cadena triunfa cuando logra que el individuo asuma el estrecho y familiar rol de consumidor que hace que éste vea la expansión implacable de las grandes cadenas y su reestructuración radical de la economía simplemente como una cuestión de opciones de compra."

y es que además, eso de que todo lo que hago puedo definirlo en términos de 'consumo', es reduccionista. la anoréxica no busca consumir una imagen. la anoréxica quiere hacerse una imagen: quiere verse hecha un palito. y para verse palito come menos (una de las tantas versiones de consumo). si eso la hace feliz, tá bien. pero ¿qué imagen está consumiendo? adopta una sí y a diferencia del que quiere lucir bacán y para eso compra zapatos reebok, bluyines desteñidos y la ipod 80gb, o sea adquiere, consume; la imagen que a ella (la anoréxica) le gusta le sale más barata -en el corto plazo al menos.

pero claro, en estas épocas librecomercistas, una actitud reflexiva sobre el consumo no es conveniente. como está claro de los apologetas acríticos de TLCs.
Denise Nader dijo…
anónima 2:
lo que pasa es que yo no estaba comentando el artículo de alternet, sino el de ana y el breve párrafo que ana comentó; ya leeré el artículo, pues, por lo que dices y lo que dijo anita, parece muy interesante

entiendo lo que dices del peligro del reduccionismo al ver todo como consumo, me pareció una observación y una advertencia importantísima; pero yo le añadiría una perspectiva distinta, creo que depende de qué sociedad elegimos para hacer el análisis; lamentablemente, la sociedad urbana americana se conforma con otras estructuras que poco tienen que ver con la sociabilidad de hace 40 ó 50 años; el consumo determina la producción de tecnologías de información y comunicación; se vende "conectividad" (cercanía, conexión, bienestar social), se vende "juventud", se vende "espiritualidad"...

en ese escenario, querer "hacerse una imagen" es una forma de consumo: se llama consumo cultural

si tú eres gorda (y ya ni siquira eso, basta con ser "normal") y quieres verte como nicole richie (2006), estás formando parte de una cadena de consumo cultural; de hecho, la misma richie es víctima de ese consumo: antes era medio regordetita, pero se la veía regia, al menos tenía qué lucir en el escote; ahora, en cambio, la pobre parece el producto de una excavación arqueológica
Anónimo dijo…
jjajajaj, nashira, bastante gráfico el ejemplo, gracias. y sí, coincido con que hay que ver de quiénes hablamos y de qué medio hablamos. y hasta de qué época como también resaltas.

por cierto, después de leer tu explicación sobre el consumo cultural, y la venta de 'espiritualidad', 'felicidad' 'juventud', me parece que urge más la postura crítica. y es que si antes las propagandas eran muy simples: compre esta computadora ràpida y ahorre tiempo, ahora la oferta no es un producto sino, como señalas, ¡un ideal, un 'estilo de vida'! (apple usa muy bien esa estrategia, por ejemplo). y yo conozco gente profesional y con educación que se traga y repite esas huevadas.

y yo, que también quiero ser cool me hice mi propia mac: le pegué una calcomanía de una manzana a mi compu y ya. ¡ja!
Ana dijo…
Me parece que esa frase de que en la medida en que las personas se ven menos como consumidoras, mas facil y agresivo será el impacto de las estrategias comerciales-consumo. Justamente nos creemos el cuento de la espiritualidad-juventud-actitud cool, etc; porque lo consumimos sin mayores restricciones, es mas, nos quedamos con la sensación de estar en otro ámbito, otro sistema, que no tiene nada que ver con el consumo materialista.

Concuerdo en que no hay que relativizar todo y mucho menos reducir todo al hecho de que "todo es consumo" pero claramente nuestra cultura occidental, altamente mediatica está marcada por el consumo cultural, la transaccion de simbolos y códigos y entonces se complejiza aun mas la intencion de "separar" ambitos o sistemas.
Ana dijo…
Nashira, aqui un link al proyecto urbanistico que pedias....

http://picks.yahoo.com/picks/i/20060605.html
Anónimo dijo…
Parece que me expresé mal si se ha inferido de mis comentarios que hago apología de la anorexia. Peor si paso por relativista moral o cultural. El grueso de mis comentarios pretendían abogar por una postura crítica frente al consumismo. Me referí a ‘la anoréxica’ no en cuanto a enferma sino en cuanto a las que pertenecen a las comunidades pro-ana a las que se referió Nashira. Es más, lo hice cuestionando que fuera un buen ejemplo sobre consumo de imagen porque yo lo veía como algo más simple, como no comer. Nashira me hizo caer en cuenta que el objetivo de la anoréxica no es no comer (quizás sin postura alguna frente al consumismo –y esto ya es cosecha mía, no me gusta poner en boca de nadie mis interpretaciones-). El objetivo de la anoréxica es hacerse (consumir) una imagen, aclaraba Nashira, con mucha razón y lo llamaba ‘consumo cultural’ (confieso que nunca había escuchado el término).

Con esta aclaración valiosa, indiqué entonces que me parecía aún más urgente fomentar la actitud crítica frente al consumismo. Y actitud crítica, creo yo, significa precisamente tomar posturas. Me había referido a los tiempos TLCs y ahora expando la idea. Me parece que lamentablemente, en tiempos librecomercistas tomar postura frente al consumismo se vuelve una tarea antipática. A fin de cuentas, el gran argumento del TLC es que nos van a llegar mil productos y tendremos para escoger entre miles de fundas de papas fritas. El problema con este argumento, creo yo, no es solo que apele a una libertad en la más superficial de sus formas, es que echa una nube de humo sobre los efectos de la entrada indiscriminada de los mil productos en los productores locales. Éste es, creo yo, el llamado de alerta que hacía el artículo de la entrada que lo resumo a: ojo, no nos pensemos como consumidores, pensémonos como ciudadanos. ¿Es esto una actitud ‘todo vale’? Vaya, no creo.

Pero la aclaración de Nashira me hizo pensar en que además del debate sobre el TLC, la actitud crítica ante el consumismo urge más ahora en que ‘la sed es nada, la imagen es todo.’ Ahora que no compramos computadoras, o bluyines, ni comemos lechugas sin pesticidas, sino que todo lo hacemos en torno a una imagen, a un estilo de vida. Ahora, y aquí recojo el ejemplo de la anoréxica, espero que con mejor capacidad comunicativa esta vez: ahora que hay todo un bombardeo incontrolable para que consumamos imágenes que pueden ser autodestructivas. ¿qué hacemos ante este bombardeo? ¿censuramos? ¿no será mejor, más efectivo, emancipador, asumir posturas críticas con las que podamos defendernos de esos avances? ¿no es mejor que esos niños y jóvenes presas tan fáciles de los embates de la publicidad, tengan armas para defenderse solos?

Cuando dije ‘si la anoréxica es feliz [viéndose hecha un palo], tá bien’ no hice un juicio de valor. Para un medio impersonal como éste (la pobreza de la comunicación internética) fue una pobre selección de palabras, lo reconozco. Pensé que la ironía era evidente, pero no lo ha sido. Quizás debí usar ‘allá ella’ en vez de ‘tá bien’ y dibujar a lado una carita de desagrado. Y es que precisamente, lo que yo quería era apuntar al lado del receptor no del emisor.

Habiendo dicho esto, sin embargo, debo aclarar algo. Entiendo lo que schiz cum dice y comparto completamente su crítica a la actitud valetodista del posmodernismo, pero confieso que me cuesta emitir un juicio moral sobre las pro-ana que reivindican su opción a no recuperase. Optar por algo es, creo yo, asumir esa elección. A sabiendas otra vez que la elección de término es pobre, defino ‘feliz’ como el estado de aquél que puede vivir según su elección –preferentemente informada, vaya, para más calificación. La opción de la pro-ana a la que me refiero puede parecerme, como me parece de hecho, inconveniente, inútil, ineficiente, irracional, ¡estúpida, porjùpiter! pero ¿mala en el sentido moral? Mala, en cuanto a egoísta sí, por el dolor y la angustia que provoca en quienes rodean, quieren y se preocupan por la susodicha. Pero suponiendo (por puros propósitos argumentativos) que no haya ‘muertos por su decisión’ más que ella misma, no puedo aplicarle el ‘mala-moral’ a esa decisión. Masoquista no es malo, ¿o sí? Salvo que nos estemos metiendo en la zona de los ‘malos ejemplos’ y eso sí es terreno peligroso.

En todo caso, mis disculpas al blog por tremenda digresión.

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