Templarios modernos

En medio de un reordenamiento de los poderes y de la incursión de medios de comunicación que permiten transmitir mensajes con más ruido, las nuevas batallas que se pelean tienen características particulares que evidencian que aquí no se deja nada al azar
Si la orden de los templarios tenía un camino trazado para llegar a Jerusalén y defender con la vida sus creencias religiosas, seguramente dicho trazado tenía forma de batallas y emboscadas. Sin embargo, poco queda de la forma como actualmente se defienden las ideologías y se combaten las ideas en torno a temas como la superación de la pobreza, el cambio climático o la irrupción tecnológica. Un poco de marketing, una gran dosis de lobby y mucha presencia en los medios es lo que caracteriza a algunos nuevos “cruzados”.
Al Gore está recorriendo el mundo. Su tema, el calentamiento global, parece no ser más “su” tema, sino una forma bastante astuta de instalarse en el pódium frente a cientos de empresarios y políticos relevantes de la región y explicar las razones por las cuales se deben adoptar medidas al respecto. Tuve la oportunidad de ver su película (ni tan suya ni tan película) durante un viaje reciente.Me llamó la atención entonces que al menos un 40 por ciento de quienes tenían prendidas sus pantallas, estaban viendo lo mismo que yo: a Al Gore explicándonos con lenguaje muy fácil e imágenes simples, las causas y efectos del calentamiento global. Pensé entonces, qué diferencia con las titánicas campañas para sensibilizar sobre la donación de sangre o la prevención del cólera.Aquí todo es distinto, mucha imagen pensada desde el cine, muchas frases para el bronce y, sobre todo, un gran carisma político que es capaz de desmarcarse de su escena más politiquera (Bush versus Gore) y situarlo en medio de un contexto más digerible, al mejor estilo de los premios Oscar.
Simultáneamente, en la Universidad de Columbia, uno de sus célebres académicos lo ha invitado a participar de un debate. Jeffrey Sachs es sin duda uno de los economistas que mejor conoce los países en desarrollo (Latinoamérica en especial) y que luego de su paso por el FMI dedica su tiempo a diseñar propuestas para la superación de la pobreza. Ahí están Sachs y Gore, rodeados de estudiantes y académicos que buscan respuestas a problemas ciertamente globales y dramáticos, ambos con un estilo similar: facilidad para convocar y transmitir ideas, alta dosis de manejo político y coqueteo permanente con el jet set. Mal que mal el libro de Sachs sobre el fin de la pobreza tiene la introducción de Bono, el vocalista de la banda U2. Ambos predican que lo que falta es un verdadero compromiso político y una postura más arriesgada para tomar decisiones. Pero que en general las soluciones son factibles de lograr (tanto para la superación de la pobreza como para el calentamiento global).
En un ámbito distinto se encuentra Nicholas Negroponte, el gurú tecnológico del destacado centro “MIT Media Lab”. Desde hace más de una década, Negroponte viene reflexionando sobre el impacto de la tecnología en las personas y sociedad en general. Hoy su caballito de batalla es el proyecto “una computadora por niño”, es decir entregar una computadora portátil (laptop) de tan solo 100 dólares, que incluso se puede recargar por medio de pedales (ideal para zonas donde no hay electricidad). Ahí está Negroponte también, llenando seminarios, apareciendo en la televisión y conversando con los políticos para “proponer” su idea e insertarla en las políticas locales.
El patrón se repite, por un lado son temas que son capaces de escalar niveles mundiales e identificar a las masas (tienen eco), están liderados por personas que, a pesar de tener cercanía con los poderes políticos, han preferido desmarcarse e instalarse dentro de las causas de la sociedad civil (aparecen como neutrales). Son además personas que en sí mismas son una marca, un nombre que atrae y convoca (simbolizan). Manejan herramientas comunicacionales de alto impacto que van desde documentales, libros, programas de televisión hasta páginas web y campañas de movilización on line (masividad). Pero principalmente establecen nuevos ejes de la política, mucho menos ideologizada y más aterrizadas en las preocupaciones concretas de la vida cotidiana.
Por Ana Raad
Por Ana Raad
Comentarios
La inclusión digital ofrece a las personas, sin distingo de edad, raza, género, condición social, política o religiosa, interactuar con un mundo más allá de sus fronteras, los capacita para la sana competencia en igualdad de condiciones y posibilita un encuentro no solo internacional, sino intergeneracional.
En resumen, apuntar a la creación de espacios destinados al aprendizaje de la informática con un ingrediente agregado que es el sentido de emprendedorismo y desarrollo social beneficia no solo a la persona individual que recibe la capacitación, sino a toda la comunidad en la que se desarrolla.
1. No creo que la desigualdad sea sinónimo de falta de homogenización, esa visión bien progresista del tema me parece limitada, porque entonces hay un patrón dado y establecido al cual tienen que regirte para no quedarte fuera. De hecho “desigual” implica desde su definición “no ser igual” y pienso que eso limita mucho la forma de abordar la inequidad por ejemplo.
2. Por otro lado, completamente de acuerdo que por mas que intentemos abstraernos de una postura política del mundo, todo lo que hacemos es político, si lo entendemos como “intencional” y por lo tanto con una carga valorica detrás por lo que no basta con relativizar las cosas por que son y nada mas....
1. No creo que la desigualdad sea sinónimo de falta de homogenización, esa visión bien progresista del tema me parece limitada, porque entonces hay un patrón dado y establecido al cual tienen que regirte para no quedarte fuera. De hecho “desigual” implica desde su definición “no ser igual” y pienso que eso limita mucho la forma de abordar la inequidad por ejemplo.
2. Por otro lado, completamente de acuerdo que por mas que intentemos abstraernos de una postura política del mundo, todo lo que hacemos es político, si lo entendemos como “intencional” y por lo tanto con una carga valorica detrás por lo que no basta con relativizar las cosas por que son y nada mas....
Uno no puede así nomás promover el cambio y progreso social y repetir a la vez el discurso de que no hay culturas mejores ni peores, el cual por cierto es un discurso en extremo conservador (porque con ese mantra uno puede justificar cualquier permanencia). Es una cuestión de coherencia simplemente.