El conocimiento y el poder


El conocimiento, el poder y la capacidad productiva o de innovación de las empresas, los gobiernos y la ciudadanía, están cada vez más dispersos y descentralizados. La tecnología en tanto es el factor catalizador de estos nuevos procesos.



Recientemente la Cámara de Diputados de Chile interpeló a uno de sus miembros porque en un informe que había presentado se citaba como fuente principal a “wikipedia”, la enciclopedia en internet cuya información se produce y arma con el aporte de miles de personas. El punto principal de la discusión se basó en que si dicha información era confiable o no y si por lo tanto estaba a la altura de lo que un informe de la Cámara debía incluir. Finalmente, no se aceptó el informe, pero la duda quedó sembrada y al poco andar salieron los defensores del “wiki” pidiendo mayores consideraciones a las ideas producidas comunitariamente y sobre todo fuera de las “fuentes oficiales”.

Y es que hace rato que el uso de internet dejó de ser un acto individual o personal y pasó a ser colectivo y comunitario.
Esto no lo digo solamente por el “boom” de las denominadas redes sociales (o sitios de internet que conectan a cientos de personas en torno a temas o intereses, revolucionando la forma de relacionarse unos con otros), sino porque junto con el acceso a información descentralizada y producida desde miles de fuentes “no oficiales” se ha revalorizado el conocimiento local o las ideas que convergen fuera de la academia, poniendo en jaque la forma tradicional de producir conocimiento. Esto no deja de ser determinante si consideramos el hecho de que vivimos en una sociedad en donde la producción del conocimiento es un bien valioso. Desde soluciones farmacéuticas hasta nuevas fórmulas para reproducir salmones, todo es información y conocimiento valioso que durante décadas ha sido campo exclusivo para los científicos o equipos internos de las empresas que invertían millones en el desarrollo de innovaciones al interior de estas.

En Ecuador mantenemos una actitud acomplejada frente a la innovación basada en el desarrollo tecnológico. Por un lado, lo vemos como una prioridad de países “desarrollados” y “del primer mundo” y por otro lado, la política estatal está entrampada en soluciones de acceso, infraestructura y conexión, sin dimensionar adecuadamente la necesidad de promover procesos tanto empresariales, como sociales o gubernamentales basados en la apertura, la descentralización, la acción global o el intercambio permanente y fluido de informaciones y conocimientos, que son la base para conectarnos de verdad.

Los nuevos procesos que observamos en el mundo han exigido que las empresas trabajen en red, con estructuras mucho mas horizontales en donde el conocimiento no nace ni jerárquicamente ni al interior de estas, sino que se co-produce con sus clientes, con sus proveedores, con los distintos públicos, y para ello necesitan estar abiertas a los intercambios globales.
Ahí la tecnología es clave para dejar que la información fluya desde afuera de la empresa hacia adentro y contar con nuevas herramientas que permitan la colaboración en línea y la búsqueda de soluciones conjuntas. Por otro lado, para el Gobierno el desafío mayor es la transparencia y el manejo de cuentas claras, el descentralizar el poder y la toma de decisiones, promover la fluidez e intercambio entre sectores. Otra vez la tecnología es un medio eficiente para lograrlo, no un fin en sí mismo, porque de nada sirven grandes páginas web, como la de la Asamblea, cuando la actitud general ha sido la de recoger (no acoger) propuestas.

Si queremos estar verdaderamente conectados tanto como país, así como sociedad, debemos priorizar la promoción de la colaboración, la fluidez de la información o la descentralización de la toma de decisiones. Un reto mayor, cuando culturalmente estamos mostrando tanta resistencia al cambio y la apertura.

Comentarios

dduhart dijo…
Hola Ana María,
muy interesante el post que pusiste. Creo que está muy conectado con lo que estamos analizando en nuestras reflexiones sobre el discurso de ciencia, religion y desarrollo, y cómo la otra vez reflexionábamos acerca de la universidad latinoamericana (como sistema de organización y aplicación del conocimiento) y cómo esta no ha sido generada a partir de las necesidades de las masas de la sociedad, sino que más bien hemos implantado copiado currículos que ha sido generados en otros lugares, en cierto periodo histótico, y para responder a otras necesidades y desafíos (igualmente válidos, pero no necesariamente aplicables en un 100%). Creo que esos discursos oficiales sobre el conocimiento se han establecido, como en el caso de la cámara de diputados, no permitiendo que otros discursos y prácticas altgernativas puedan emerger, más acordes con las necesidades creo yo. Es un campo donde es importante actuar, para ir legitimando y diseñando otras formas de ordenar y aplicar el conocimiento, que puedan realmente contribuir a una transformación de la sociedad y no sólamente permitir el acceso de unos pocos a los códigos y beneficios de la llamada "modernidad".
Ana dijo…
Si justamente lo que permite la tecnología es, por un lado descentralizar el conocimiento, y por otro, valorar lo local. Como bien discutiamos la semana pasada, muchas veces la lógica o paradigmas con los cuales se plantea la ciencia y el conocimiento, anulan las formas locales. Yo no estoy en contra de "importar" o "adquirir" y desarrollar modelos de comunidades científicas, lo que si, es que sin darnos cuenta hemos hecho de eso un ambito super elitista, reducido para unos cuantos, y sobrevalorado, a tal punto que todo lo que no sale de dichas comunidades (con logica occidental principalmente) es practicamente considerado como poco fiable.
Estoy contigo en que para ser mas modernos efectivamente debemos vernos internamente y actuar para dejar paso a nuevas formas de pensar el mundo.

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