¿Otra vez la culpa es de Internet?


La pornografía infantil es sin duda una de las agresiones sexuales mas rechazables e inaceptables de nuestra sociedad. En un articulo publicado en el Universo se mencionan las formas de operar de supuestas redes de pornografía infantil que existen en nuestro país y se afirma que el mayor cómplice es Internet y las nuevas tecnologías como los celulares, reduciendo el problema a un mero hecho de transmisión de datos y obviando lo que subyace en este complejo mal que golpea a nuestros niños.

Hablar del auge de la pornografía infantil y considerar que su causa principal es el mayor acceso a la información o el reducido costo de “comprar” una película o video de estos, es tan peligroso como desconocer que hay un mercado ávido por comprar estos productos. Un mercado compuesto por hombres y mujeres con capacidad de comprar películas, videos, (piratas o no) y alimentar el negocio, sin pensar por un momento en que cada vez que hace clic para bajar un video de este tipo, se esta condenando a miles de niños que son usados y abusados para lograr este tipo de imágenes. Aquí las empresas de Internet tambien estan tomando cartas en el asunto, como lo hizo la filial de Google en Brasil.

Pero tampoco seamos tan economisistas con el análisis y no lo reduzcamos a un tema de oferta y demanda, cuando en realidad, al leer en el mismo articulo, que una pareja de padres denuncio el hecho de que un video en el cual su hija adolescente aparecía teniendo relaciones sexuales con sus compañeros, fue transmitido de forma “viral” entre distintos medios electrónicos, lo que llama la atención acá, es que por un lado es correcta la postura de “proteger” la identidad de un menor en esta situación, pero además no olvidar que una educación valorica, una cercanía de padres y madres con sus hijos y una clara orientación del uso de las tecnologías son caminos seguros para proteger a los niños de este tipo de situaciones.

Mas complejo aun es cuando hablamos de niños y niñas que son vendidos o prestados por sus padres a cambio de drogas u otros bienes. Aquí la integridad de esos niños estará permanentemente amenazada mientras su situación de extrema pobreza y vulnerabilidad se mantenga. Esto indistintamente si hay mas acceso o no a Internet. Finalmente, la aplicación de una ley rigurosa que penalice tanto a quienes producen como quienes distribuyen o compran, o que penalice los comics y animaciones tambièn, debe guiarnos al momento de establecer caminos mas institucionales. Un reportaje en la TV Chilena demuestra como los delitos asociados a la pronografia infantil, muchas veces se los trata como delitos comunes.
Sin embargo, hay que reconocer que, ni las leyes implacables, ni la restricción de la oferta, ni el bloquear sitios de Internet, son los caminos que superarán estas situaciones (las pueden reducir y limitar, pero nada más). Para ello, debemos fortalecer la educación, difundir el uso responsable de las nuevas tecnologías, ampliar la discusión de estos problemas (no reducirlos a meras causas y efectos), aumentar las denuncias (hacernos cargo nosotros tambien) y principalmente saber estar insertos en un mundo altamente tecnologizado, en donde las amenazas son tan grandes como las oportunidades para nuestros niños.

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