Confucio vuelve a la escuela

Publicado en Vistazo #996
La cultura del esfuerzo que Confucio predicaba debe permear nuestra visión de la educación, especialmente cuando se trata de niños y niñas en situación de pobreza.



Quiero partir con un pensamiento de Confucio: “Mientras algunos tratan 10 veces y tienen éxito, él encontrará el éxito aunque tenga que hacerlo mil veces. De esta forma, aun cuando haya nacido con poco talento, encontrará el entendimiento”. Esta frase es una de las que mejor ilustra el principio detrás del éxito en la tradición oriental versus la occidental. Mientras que en el Occidente el éxito está basado en los talentos que las personas tienen (o peor aún, no tienen) en el Oriente, está basado en la capacidad de las personas de esforzarse, aunque esto implique hacerlo 10 mil veces más. Es por ello que culturas asiáticas como en Japón o Corea, han logrado avances significativos en educación durante las últimas décadas, llegando a posicionarse en los primeros lugares de las pruebas internacionales de matemáticas y ciencias, aun cuando en la década de los 60 tenían un nivel de ingreso per cápita muy inferior al actual, sumado a un alto índice de analfabetismo.

Desafortunadamente, vivimos en una sociedad en donde el éxito o fracaso está atribuido a las habilidades intelectuales. Frente a este paradigma, se nace o no talentoso y por tanto todo aquello que se haga para revertir esta situación es externo a la condición del individuo, mientras que en la hipótesis más oriental, basada en el esfuerzo, el poder lo tiene el individuo (mientras más se esfuerce, aunque sea poco talentoso, podrá encontrar la sabiduría). Visto desde la escuela, a la mayoría les deja tranquilo ver cómo los niños en situación de pobreza aprenden a leer y escribir según sus condiciones, pero pocos exigen y estimulan para que dichos niños, al terminar el primer año de primaria, puedan leer 50 palabras por minuto en textos sencillos, como se espera que lo hagan en países desarrollados.


Siguiendo a Confucio, “Y aun cuando haya nacido débil, se volverá fuerte. El éxito proviene del aprendizaje acumulativo y la práctica”. Esto aplicado a la educación, implicará asumir dos principios fundamentales. El primero, el estar convencidos de que los alumnos en situación de pobreza deben y pueden alcanzar altos rendimientos. La cultura del esfuerzo es dura para aquellos que les cuesta más, es una escalada hacia arriba que probablemente les demandará esforzarse el doble, pero en el camino de bajada, cuando se han logrado los resultados, su autoestima se encontrará fortalecida. Los estudios comprueban que aquellos colegios en situación de pobreza, que han sido administrados con objetivos claros, donde los profesores se atreven a exigir, los padres a canalizar sus demandas y los niños a tener claro sus deberes estudiantiles, son capaces de obtener resultados significativos y sobresalientes, frente a otros colegios en situación similar, pero cuya cultura escolar tiende al paternalismo y a sobreproteger (y nunca exigir) creyendo que a los alumnos, por su medio, por sus carencias, por sus padres, no se les puede pedir altos rendimientos.


El segundo principio es que el conocimiento académico, por más árido que muchas veces parezca, es gravitante en las escuelas con menos recursos, justamente porque el conocimiento es acumulativo, se va adhiriendo en el tiempo. No se trata, por ejemplo, de sólo saber sumar y restar bien, sino que si queremos que las matemáticas sean una base para la vida práctica de las personas, implicará poder tener una visión global, que trasciende el uno más uno, y que busca asociar, agregar, juntar, como conceptos más abstractos, por sobre la operación misma, de ahí la importancia de los problemas matemáticos cada vez más complejos. Entonces para ello es primordial ir solidificando el conocimiento, con mejores métodos y materiales, lo cual implica también que muchos de nuestros colegios fiscales, en donde se acumula la mayor cantidad de niños en pobreza, deban alinearse en esta dirección. Se trata de desprejuiciarnos y sobre todo emprender el camino difícil pero gratificante del esfuerzo permanente.

Comentarios

Anónimo dijo…
Coincido contigo. En serio escandaliza ver esos sistemas educativos actuales que anteponen la "autoestima" sobre el aprendizaje. En Norteamérica han llegado al colmo de ni siquiera señalar los errores en los deberes con el cuento de que el muchacho ya aprenderá "a su tiempo". Ese tiempo parece que nunca le llega durante su vida escolar y entonces el desastre posterior.

En medios con problemas de pobreza extrema o miseria creo que la cosa se complica no tanto por aquello de la autoestima sino por condiciones más físicas, digamos. Por ahí leí que diarreas agudas antes de los 5 años comprometen seriamente tus capacidades intelectuales.

Pero, en todo caso, condeno la falta de exigencia y ojalá confucio volviera a todas las escuelas.

Saludos,

Bahiana
quark schiz dijo…
Desacuerdo. Esos pensamientos no son exclusivos de Oriente. Confucio no es como si hubiese firmado los derechos de autor para pontificar sobre el esfuerzo.

Decir que en nuestra sociedad el éxito o fracaso está más atribuido a habilidades intelectuales me parece, por lo menos, desacertado. Para ser exitoso no se necesita ser inteligente, creo que eso es algo que un buena parte de gente lo sabe. Tampoco se necesita de una moral pristina. Creo que ni siquiera se necesita esfuerzo si se cuenta con las mañas adecuadas (básicamente, con ser "buena gente" podría bastar para alcanzar mucho). Por ejemplo, si nuestras sociedades valoraran más las habilidades intelectuales las democracias muchedumbristas no serían tan populares.

Ah. Dentro del catálogo de esperpentos conceptuales en las mal llamadas "Ciencias Humanas" no paro de reconocer a eso de la tabula rasa como un chiste de mal gusto.

Pero como sea, no veo, de nuevo, por qué habríamos de remedar ese patrioterismo asqueroso de los japoneses ni su lealtad extrema hacia las instituciones. Más bien se podría argumentar que sus culturas son poco afines al individualismo a pesar de su gusto por quedar con los nervios hecho trizas. Digo, como que se suicidan demasiado los japoneses.

En cuanto a Estados Unidos, a pesar de su dumbing down y de la corrección política en el sistema educativo, el porcentaje de adultos científicamente letrados al menos se ha doblado en número en las últimas dos décadas. Y a los asiáticos siempre les va mejor que a los caucásicos, aun quienes nacen asimilados a lo gringo. Qué curioso.

En cuanto a la sociedad en que vivimos..., pues en donde yo vivo hay muchísima gente con nociones acerca del esfuerzo que no tienen mucho que envidiarle a esa perspectiva sufridora. Tal vez sea que la gente es más descomplicada, que carece de un magneto social que la obligue a hacer las cosas mil veces a pesar de no encontrar ninguna retribución psicológica en ello que valga la pena (porque sin talento ni sensibilidad las cosas no molan).

Pero yo sigo creyendo que algo no va lo suficientemente a la par. Que algo más falta. Y no me refiero precisamente a la cultura. Ni tampoco a una dieta de Omega 3.
Anónimo dijo…
De acuerdo con Quark en que la capacidad intelectual no es la condición de éxito.

También creo que se puede tomar la idea de "esfuérzate" sin que eso implique "esfuérzate para tu pueblo" o "mátate si no cumples con él". Lo que sí veo es que la autocomplacencia en vez del "trabaja más" es mala política educativa, sobre todo con los no tan talentosos. Y nuevamente, no por el bien de la sociedad sino por uno mismo.

Tampoco sé qué mismo es lo que falta. Sí creo que diarreas sobran y son evitables.
Anónimo dijo…
Y el comentario anterior es mío, Bahiana.
Ana dijo…
La idea central no es sobre cuales son los valores morales de las sociedades orientales vs las occidentales. No estoy defendiendo la forma como los japoneses ven y asimilan sus instituciones, o si como sociedades les ha ido mejor o no, tampoco compro el punto de ver a las personas en situación de pobreza con ojos de victimas, todo lo contrario. El punto central es como enfocamos la educación como proceso en el tiempo.

Y es que en nuestro sistema educativo occidental los niños deben desarrollar habilidades, como si eso fuera lo único necesario para tener éxito. Es mas en el caso de Chile hacen exámenes de ingreso comos fueran universidades, para asegurarse de que los niños que llegan “encajen” con un sistema educativo que busca aumentar y desarrollar dichas habilidades. Los que no, entonces no se los ingresa y deben buscar colegios de menor calidad. La elección por habilidades entonces es un “comodín” para no sacrificar puntajes y ranking, lo cual es penoso porque desvirtúa el objetivo por el cual los niños y niñas deben ir a una escuela. El punto de Confucio (que por lo demás no es literal como se aplica en el oriente, sino que sirve nada mas de inspiración lo suficientemente fuerte como para considerarlo y sacarlo a relucir) es que la educación como un camino hacia la búsquela de la sabiduría tiene mas que ver con el esfuerzo que con las habilidades con las que uno nace o no.
Anónimo dijo…
por cierto, yo no pretendo victimizar al pobre. comparto eso de que ahí donde natura no dio esfuerzo puede complementar si no suplir. pero si vamos a hablar de formación comprehensivamente toca pensar también en aquéllos a quiénes natura puede que sí haya dado habilidades pero diarrea, malnutrición, condiciones ambientales, abuso y maltrato, quitó. y entonces considerar hacer algo para prevenir eso.

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