La mala memoria

Publicado en El Universo (26/06/2010)

La defensa de los derechos humanos debe ser una bandera de lucha de toda la sociedad, no puede ser un reducto para grupos de activistas politizados, ni mucho menos de quienes intentan por esta vía reescribir la historia. Sé que con el paso de los años, en el caso de las violaciones cometidas por y hacia el grupo Alfaro Vive Carajo (AVC), la mayor traición no se da solo por quienes cometieron los actos de violación a los derechos humanos, sino por todos aquellos que olvidan o pretenden hacernos olvidar el verdadero curso de la historia y hoy ven con irresponsable nostalgia las acciones subversivas de un grupo que en su momento agrupó a jóvenes, ideologizados, armados y altamente conectados socialmente, que intentaron por esta vía un cambio político en el Ecuador.

Con la publicación del informe de la “Comisión de la Verdad” queda en evidencia, que tanto los miembros de la comisión (algunos vinculados a terroristas como Francisco Acosta Coloma, miembro de la comisión y hermano de Juan Carlos Acosta Coloma, ex miembro de AVC), así como la información que recoge el mismo (que no considera “la otra parte de la historia” ya sea porque parte con una fecha que no incluye los abusos cometidos por AVC, desde el año 1976, y peor aún, no recoge los testimonios de las víctimas del AVC), lo cierto es que este informe, más que aportar a la construcción de una sociedad transversalmente sensible y respetuosa de los derechos humanos, busca polarizarla, e instala la idea de que los derechos humanos en Ecuador solo se violaron contra los grupos subversivos como el AVC. Y es que la señora Monge y compañía parten con un supuesto que copió textualmente “la violación de los derechos humanos en el Ecuador estuvo fuertemente vinculado a la idea de la existencia de un enemigo interno que debió ser contenido mediante la aplicación de las doctrinas de seguridad nacional”. No fue solo “una idea” la existencia de la guerrilla y tan inaceptables como los abusos cometidos durante el periodo señalado por el informe, son los actos de terrorismo cometidos anteriormente y que al no mencionarlos y considerarlos como parte del informe (por más que el decreto para constituir la comisión establecía un periodo concreto) estos están siendo implícitamente validados, situación que no se puede dejar pasar como una simple omisión.

Es la falta de memoria la que permite que ex miembros del AVC estén vinculados al Gobierno y lo digiramos con la mayor naturalidad del mundo. Son ellos también los que viven libremente (en Ecuador, Cuba o en Chile) sin mayor repercusión por sus actos. Algunos aparecen como neointelectuales recordando sus propuestas políticas setenteras, incluso protagonizan documentales y recuerdan con nostalgia sus andanzas revolucionarias. Son estos desmemoriados los que en América Latina brotan permanentemente y que hoy, por ejemplo, también están en Perú tratando de instalar de nuevo políticamente a Abimael Guzmán (cerebro de Sendero Luminoso) como lo anunciaban este fin de semana los diarios limeños. Ante la mala memoria, queda la ciudadanía que respeta profundamente los derechos humanos de verdad y a la cual no se la engaña con movidas politizadas como esta comisión que resultó ser la de “la no-verdad” porque una verdad contada a medias o parcializada termina por ser una gran mentira.


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Fotografía tomada de Internet

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