Para no inventar el agua tibia

Publicado en El Universo (14/12/2010)

Ya está en manos de la Asamblea la nueva ley de educación propuesta por el Gobierno, un proyecto de ley que quiere poner a los profesores en un mejor nivel, agilizar la gestión educativa, crear un instituto de evaluación de la educación y una Universidad para formar a los futuros profesores, entre otras medidas. Sin embargo, vale la pena poner en perspectiva lo que dos estudios claves sobre educación a nivel mundial proponen recientemente. El primero es el publicado en septiembre por la consultora McKinsey (destacada por sus consultarías internacionales a empresas en asuntos estratégicos) sobre la base de 20 países con pésimos, malos, buenos y excelentes resultados; y el segundo, el estudio PISA, publicado la semana pasada, que compara los países de la OECD (los más desarrollados) con otros sobre la base de lenguaje y matemáticas. Las recomendaciones de ambos son clarísimas y debemos considerarlas como insumo para una discusión más amplia sobre la educación en Ecuador.

Según McKinsey un país puede mejorar en menos de seis años, sin importar qué tan mala sea su educación. Algo tremendamente alentador, porque implica que cuando hay voluntad política, pero sobre todo claridad técnica en las decisiones, las cosas pueden resultar muy bien, como el caso del estado de Minas de Gerais en Brasil que entre 2 y 4 años mejoró sus resultados en lenguaje y matemáticas. Ambos estudios mencionan también que muchos creen que con más recursos o nuevas formas de gestionar, la educación mejora sistemáticamente. Sin embargo, cuando se cambian los “procesos”, es decir, el currículo y la forma como enseñan los profesores, es cuando se observan las mejoras significativas. En Ecuador por ejemplo, estamos proponiendo subirles el sueldo a los profesores, crear un nuevo sistema de escalafones para darles un mejor estatus y relevancia a la carrera docente, pero si los profes no cambian su manera de enseñar, poco es lo que lograremos. Llama la atención lo poco enfático que ha sido el discurso y la propuesta del Gobierno que pone más foco en los sueldos que en los procesos que impactan directamente dentro de la sala de clases.

¿Cuánto incide que un Estado prescriba todo lo que las escuelas deben hacer, o les permita mayor autonomía? Ambos estudios muestran que los sistemas que pasan de “pobres” a “aceptables” logran mejorar cuando las prácticas están superdetalladas y prescritas, pero este enfoque no funciona cuando quieren dar el salto hacia la categoría de “bueno“. Está probado que un profesor o directivo con libertad para proponer su currículo, la forma de enseñar y procesos de evaluación va a ser mucho más innovador que uno al que se acostumbra a trabajar bajo la prescripción.

Finalmente, los países con mejor desempeño, son países que indistintamente del nivel socioeconómico de los alumnos, entregan las mismas oportunidades educativas a todos. Países como Perú, sorprenden por el avance en los resultados PISA porque han empezado a acortar la brecha socioeconómica de lectura llegando a 129 puntos de diferencia, comparado con Chile cuya diferencia es de 91 puntos, o Finlandia con 62 puntos. Estamos ad portas de aprobar una ley de educación que puede generar un giro radical en nuestro país, para ello hay que dejar las ideologías a un lado y ver con pragmatismo lo logrado en países similares a Ecuador, que en tiempos cortos y administraciones eficientes logran que la buena educación prospere.

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Imagen tomada de este sitio

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