¿Empáticos y desconectados?


Publicado en El Universo 21/08/201

Los evangelistas de las nuevas tecnologías suelen promover el uso de los medios como internet y redes sociales para estar más conectados con los demás. Por otro lado, los detractores satanizan el uso de estas argumentando que cada vez estamos más solos y sin capacidad de relacionarnos. Lo cierto es que hemos cambiado significativamente la forma de comunicarnos y probablemente para la mayoría de “nativos digitales” este no sea un tema relevante, pero la necesidad de estar conectados las 24 horas al día implica necesariamente detenernos a pensar cómo hemos ido abandonando las situaciones cara a cara y mediar todo vía mensajes cortos, videos y pantallas varias.

En una charla reciente transmitida vía internet, la psicóloga Sherry Turkle, famosa una década atrás por celebrar la vida conectada reconsidera sus ideas y afirma que ahora “estamos juntos, cuando en realidad no estamos” haciendo referencia a las diversas situaciones diarias en las cuales por no “sentirnos solos”, vamos revisando nuestros celulares, desde la primera mirada del día, para apagar la alarma que seguramente llega vía celular, pasando por la revisión de mensajes mientras esperamos el semáforo hasta las comidas familiares en donde varios están, pero no están.

Durante los últimos años han aflorado cientos de investigaciones en torno a las comunidades virtuales y a las formas que tendrían de relacionarse los jóvenes. En ellas se describen los nuevos vínculos que se establecen, desde los más frágiles y nómadas como pueden ser aquellos que se dan por el simple hecho de participar en un espacio virtual temático, hasta algunos más complejos como los que se establecen en redes como Facebook, en donde para muchos es el espacio primordial de socialización, es decir “de estar en algo”. Lo preocupante creo yo no es cuánto nos conectamos, sino qué hemos dejado de considerar al hacerlo. Convengamos que la empatía es una característica determinante de los seres humanos, esa capacidad de ponernos en los pies de los otros, de conectarnos emocionalmente y preocuparnos por algo más allá que nuestra mera individualidad. La empatía para muchos estudiosos se ha puesto en jaque cuando las nuevas generaciones hiperconectadas se enfrentan a padres que están más preocupados de su celular que el escuchar seriamente a sus hijos, o al plantear que la comunicación se produce por medio de frases cortas que navegan por internet y celulares, sin considerar realmente una comunicación que se retroalimenta, que trata de entender al otro y complementar. Los más radicales afirman que esto se ha puesto en jaque.

Sin embargo, no hay que desconocer la forma cómo la tecnología ha viabilizado la participación política de los jóvenes, quienes cada vez más adquieren una voz política en las redes sociales.

Una encuesta, por ejemplo, de jóvenes en chile muestra cómo el 33% de jóvenes registrados en Facebook afirma haber tenido en los últimos tres meses una discusión política en esta red social. El punto principal es que también han crecido significativamente las agresiones psicológicas en estos mismos espacios (Ciberbulling) y es que probablemente esta nueva forma de relacionarnos demanda una mirada aún más crítica, un “consumo” consciente de lo que implica estar conectado las veinticuatro horas del día, no con el fin de desenchufarnos, sino de dimensionar y tomar conciencia, como dice Turkle, de que “hemos pasado a estar con los que no están y a no estar con los que están”.

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