Conexión Davos-Santiago


El Foro Económico Mundial responde muy bien a las nuevas formas como el poder y las influencias van moldeando nuestra sociedad.




En estos días Davos vuelve a su rutina normal luego de haber albergado a la crema y nata del poder económico, político e internacional en el denominado Foro Económico Mundial, el que sin duda es la meca del poder, uno de los eventos que mayor influencia tienen sobre las agendas globales.Sin embargo, el eco de esas reuniones ya e empieza a sentir en nuestros países. Chile se prepara para desarrollar a fines de abril el Foro Regional Latinoamericano, es decir una versión local del Foro Económico Mundial que busca replicar la dinámica de Davos, solo que con temas más específicos y con un selecto grupo de participantes locales. Se espera que más de 300 líderes top lleguen a Santiago en torno a la temática de “El poder de una Agenda Regional Positiva” de la cual se desprenden otras discusiones, tales como tendencias económicas globales, cambio de perspectivas y prioridades en América Latina, relaciones interregionales con China, aprendizajes económicos, de negocios y reducción de la pobreza en Chile y el cómo lograr una distribución equitativa del dinero.

Pero vamos al inicio de todo esto, el Foro Económico Mundial se define como una organización internacional independiente comprometida con el mejoramiento del estado del mundo, mediante la alianza de líderes para el diseño de agendas globales, regionales y de la industria. Sin embargo, para sus críticos es solo un foro de negocios en donde los personajes más ricos del mundo pueden negociar fácilmente y hacer lobby con políticos de alto nivel, por lo que el espíritu de resolver problemas mundiales pierde todo foco. Sea cual sea la idea que tengamos sobre el mismo, lo cierto es que su impacto en las agendas globales y locales tienen cada vez más eco.

Este año el foco económico de las discusiones estuvo en cómo revertir los efectos negativos de la globalización, en el caso de la política se discutió sobre la necesidad de nuevos mandatos y actores, las discusiones sobre los negocios se enfocó en el liderazgo dentro de un mundo conectado y las inquietudes sociales se centraron en las identidades, comunidades y redes como efecto de la irrupción tecnológica. De cierta forma estos son “los” temas que en cada región se mantienen presente y ameritan ser discutidos indistintamente si son dentro de una plataforma como la de Davos o no.

Ahora bien, la historia de estos eventos tiene nombre y apellido, Klaus Schwab. Él es doctorado en economía, profesor de política económica, y autor del famoso Índice de competitividad global publicado año tras año, él fue quien creó el foro económico en 1971. Luego en el 2004 fundó el foro de jóvenes líderes globales y además, junto a su esposa creó la Fundación Schwab, que apoya a emprendedores sociales.Lo cierto es que el espíritu Schwab tiene actualmente un gran eco en nuestra región. Es por ello que fue capaz de persuadir a Andrónico Luksic, quien es sin duda uno de los empresarios más relevantes de Chile, para liderar el foro regional. Luksic junto con Zhou Zhongshu (presidente de una de las empresas de metales más importantes de China) presidirán la reunión. ¿Por qué China y Chile? Porque justamente la región debe apuntar a mejores y más fluidas relaciones con las potencias orientales, todo esto enmarcado en un ambiente de continuas discusiones, intercambio de ideas (y de tarjetas personales también).En un mundo global en donde las nuevas formas de comunicarnos, imponer temas, visibilizar iniciativas o vender productos es cada vez mas rápido y masivo, se mantiene la amenaza latente de aquellos que no tienen las mismas oportunidades para acceder a dichos beneficios globales.

Por otro lado las posturas más atrincheradas que satanizan cualquier tipo de conexión global descarta el diálogo o relectura de las relaciones socioeconómicas entre y al interior de los países, personas, empresas y/o gobiernos, de ahí que año tras año el foro de Davos y sus versiones regionales como la que se realiza en Santiago despierte a fanáticos y detractores.

Por Ana Raad

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