Los Robin Hood capitalistas

Publicado en Revista Vistazo


La filantropía es un valor que se debe cultivar en especial entre las generaciones más jóvenes, porque desde ahí se construye la conciencia de una sociedad equitativa.

Finalizamos el 2008 con un momento doblemente complejo. Por un lado la crisis financiera global nos indica que las inversiones sociales serán las primeras en recortarse, por otro lado, dichas inversiones no pueden esperar y se deben solucionar temas altamente prioritarios.
Quitarle a los más ricos para darle a los más pobres, es el sueño de todo Robin Hood, sin embargo esta es una práctica poco favorable para la construcción de sociedades verdaderamente solidarias y generosas. De ahí que, en pleno siglo XXI muchos consideren que la filantropía es uno de los instrumentos del capitalismo, clave para avanzar en la distribución de la riqueza.
La filantropía es un concepto que en culturas como la de Norteamérica está arraigado a tradiciones y valores personales, y que en nuestro país se suele confundir como parte de la responsabilidad social de empresas, o se cree que es una práctica exclusiva de millonarios. Esta no puede ser vista sólo como un instrumento para dar aquello que sobra o que pueden entregar los que acumulan riqueza, esa mirada de la filantropía es sumamente inerte en términos de construir sociedades más solidarias. Para los norteamericanos, por ejemplo, el acto de “dar”, implica principalmente un acto de agradecimiento. Esto lo hemos visto en el caso de Bill Gates o Warren Buffet, para quienes ha implicado darlo todo (o casi todo) sin intentar perpetuar la fortuna de sus hijos.
El mapa de los filántropos ha cambiado en el transcurso de la historia, en un estudio especializado sobre filantropía, el US Trust Survey 2007, menciona que el 90 por ciento de los filántropos lo hace por el hecho de “dar de vuelta” algo a su país, a su universidad, ciudad de origen, etc. Luego, un 33 por ciento también lo hace por el beneficio fiscal que esto implica (reducción en impuestos) y un 24 por ciento incluye esta práctica como forma de perpetuar la tradición familiar. El perfil del filántropo es distinto también, muchos ya no responden a un patrón de edad (exitosos empresarios por bajo los 30 también donan), tampoco responden necesariamente a una tradición familiar centenaria (Rockefeller, Carnegie, Ford dejaron de ser los grandes nombres y ahora aparecen Gates, Buffet, como primeras generaciones que donan con ese nivel de aportes), tampoco se trata únicamente de fortunas excepcionales, todo lo contrario, hoy están donando significativamente muchos, cuyo patrimonio está apenas por sobre el de la media.
Pero sin duda, en donde el patrón de filantropía ha cambiado de manera más radical, es en la forma de donar, es decir no sólo en cuanto se dona, sino en cómo se dona.
La pregunta de “dónde es más rentable socialmente invertir” implica tener más claridad de cuáles son las áreas más importantes para invertir, pero también qué estrategias serán las más eficientes para hacer “más con menos”. Esto ha contribuido a establecer nuevas dinámicas en ámbitos como el presionar para generar marcos regulatorios de las donaciones, que incentiven y faciliten los aportes.
También al redefinir una nueva relación entre donantes y beneficiarios, ya no se trata de grandes cheques que llegan a las fundaciones, sino muchas veces capital en forma de conocimiento, acceso a redes y conexiones, entre otros. Y por otro lado, la mayoría de donantes busca hoy una contraparte operativa (fundación, ONG, institución benéfica) capaz de administrar de forma eficiente y transparente estos fondos, y para ello imponen sistemas de evaluación y medición mucho más sofisticados y complejos que aseguren un retorno social más alto.
El principio de la filantropía es que es un acto voluntario, no obligatorio. Para lograr sociedades más solidarias este principio no se impone (con la idea de quitarle al rico para darle al pobre) sino que se estimula en todas las edades y sectores de la sociedad, indistintamente cual sea su patrimonio o monto a donar.

Comentarios

Anónimo dijo…
Querida AMiga, no hay que ir muy lejos. Antes de la intromision del estado en la vida de los guayaquileños, la Junta de Beneficencia, la Sociedad de Beneficencia de Señoras, La Filantropica, El Honorable Cuerpo de Bomberos, Solca entre otros suplian de manera privada al pulposanguijuela centralista.

SAludos,

Omar
Ana dijo…
Si,estoy de acuerdo pero lo interesante es que ya no solo las instituciones u organizaciones (privadas por ejemplo) son las que aportan sino individuos y ese es un gran salto, porque se torna realmente un valor personal que luego se imprime hacia las organizaciones. El punto es lograr voluntaria y personalmente dar de manera descomprometida.

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