¿Con qué la doblan?




Hace poco unos primos me hicieron acuerdo de cuando en el cine daban dos películas seguidas en la misma sala, por lo que siempre la segunda opción era un “golazo” de primera categoría. De ahí que la única razón por la que te quedabas viendo la segunda película era para alargar el panorama con los amigos. Cómo olvidar la ida al cine (Maya o Inca ¿coincidencia de nombres? en el caso de mi ciudad), en donde había solo una gran sala que proyectaba durante casi todo el mes la misma película taquillera junto a la menos esperada que programaban si o si a manera de “combo”. “Con que la doblan” entonces era una especie de muletilla propia de la ida al cine.
Luego en los 80 aparecieron las multi salas, y entonces podíamos ver un par de películas más en un mismo cine sin esperar meses para que las renovaran. Hasta ahí la ida al cine era bastante estándar: una entrada, que se sumaba a una cola y un canguil (sin olvidar los “donuts del Policine”) y salas repletas permanentemente. En Chile por ejemplo, se mantenía la costumbre de enumerar los asientos, entonces sí que servía llegar temprano. Versus el caso de Ecuador, que tenías que hacer colas inmensas y luego correr para tomar un buen asiento.
El giro lo dieron las cadenas de cine gringas que se instalaron a inicio de los 90´s en los centros comerciales y la experiencia de ir al cine se torno vertiginosa, no solo por el hecho de poder tener muchísimas opciones (quince, veinte películas a la vez), todas igual de buenas y dándolas simultáneamente, sino también porque la experiencia “cine” vino acompañada de una buena dosis de calorías consumidas en forma de pop corn gigante, colas imposibles de sostener con una mano, y variedad de comidas para llevar a la sala.
La lucha del cine por retener a audiencias altamente mediatizadas, que cada vez pueden acceder a más películas desde sus casas y sin pisar el cine en meses, es un reto importante. Junto con las salas Vip (mejores muebles, mejores comidas y exclusividad) aparecen los servicios anexos a la experiencia “cine”, como el caso de tener meseros en la sala (como en Colombia), ofrecer combos para cumpleaños (como en Ecuador o Chile), incluso asegurar el puesto manteniendo la costumbre de enumerar sillas (como el caso de España). Ya no importa con que la doblen, los consumidores demandan más rapidez en la proyección (esperar menos o sino compran todo pirateado), tener una experiencia distinta (mas allá de lo que pudiera tener en casa) y sobretodo mejor tecnología que justifique el pago de la entrada (sonido e imagen de primera). Mientras se mantenga eso, que viva el cine!!!!!

Comentarios

Anónimo dijo…
Lo máximo Ani, y la pesetilla para el señor que te sentaba en tu butaca numerada, siempre acopañandote con una pequeña linterna para poder ver
THE BIG BLUE, UNA DE MIS MEJORES PELICULAS

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