Ojo de mujer

Publicado en Revista Vistazo


La historia reciente de las represiones, entre medios, ciudadanía y gobierno debe ser un motor para que los medios mantengan su vigencia y rol social.

Coincidentemente me he topado con la obra de dos mujeres que en su labor, una como fotógrafa y otra como escritora, han marcado una generación entera con sus agudas y renovadas miradas. Ambas, por esos destinos de la vida, supieron alejarse de la comodidad del éxito, hacia la incomodidad que a veces las visiones más críticas pueden provocar, y sobre todo, siendo las dos parte de los medios y la opinión pública, asumieron la revelación de las injusticias y desequilibrios como parte de sus trabajos, convencidas de que es desde ahí, donde probablemente provean mayor aporte y capacidad de balancear poderes, sea cual sea la sociedad donde estén inmersas.



Annie Leibovitz debe ser el icono setentero de la fotografía del espectáculo por excelencia. Es la reina de las portadas de la Rolling Stones (quién podría olvidar a Lennon desnudo enroscado sobre Yoko vestida de negro, pocas horas antes de que lo asesinaran). Annie es también el hada detrás de las impresionantes fotos de la revista Vanity Fair (Woopi Golberg saliendo de una tina de leche, los Trump bajando de su jet todos dorados y brillantes o Demi Moore posando sin ropa durante el embarazo, son algunas de las imágenes que son ya parte de una cultura visual y mediática). Ella, en el camino por ser la retratista de la vida americana por excelencia, empieza a ser cuestionada y empujada por su pareja Susan Sontag (fallecida en el 2004) porque consideraba que su talento fotográfico no podía quedar sólo para magnificar a Hollywood, el espectáculo o la política, sino que debía lograr conmover y generar reacción, ahí donde nadie quiere ver. Es entonces cuando, como según cuenta Sontag en su libro Cuestión de énfasis, Annie decide viajar a Sarajevo, a documentar el genocidio, la guerra, la represión. Sontag, que ya era para ese entones reconocida como una de las grandes intelectuales de Norteamérica, estaba convencida de que “el escritor ya no puede pensar que el cometido imprescindible es contar las noticias al exterior”, entendiendo entonces que la fotografía tampoco podía mante- nerse como mera imagen de los hechos, sino que debían recoger la historia y los matices detrás. Llama la atención la insistencia de Sontag por la ceguera de los medios, de los otros gobiernos por no ver lo que estaba pasando (genocidio de primera clase en pleno fin del siglo XX).
De ahí que el aporte de la Leibovitz, a estas inquietudes haya sido justamente poner un “ojo” dentro de esas llagas y documentar estas denuncias, no con un interés artístico sino de crónica periodística.



Sabemos que el mundo cambió con el surgimiento de los canales de 24 horas de noticias (tipo CNN), con la televisión global y satelital, y no se diga con internet, ya que cada vez más los ciudadanos del mundo están más informados, y aquello que pasa internamente, tiene un eco inmediato hacia fuera (por más que se trate de regular a los medios como lo vemos en Irán). Sin embargo, y volviendo a mujeres en el ojo del huracán, Christiane Amanpour (periodista rostro de las guerras de CNN, acerca de quien por estos días pasan una entrevista en el cable) resalta acertadamente, que la búsqueda de la objetividad no debe ser el freno para la denuncia, sino un catalizador. Entendiendo que denunciar, por sí mismo, es un acto que pone en juicio a una parte sobre otra, pero que muchas veces (la mayoría diría yo) se utiliza como medio para callar y no levantar el polvo.





Hay situaciones en las cuales los medios no se pueden dar el lujo de callar y deben contar la historia que ven, aunque esta no sea equitativa para alguna de las partes. Sontag es más atrevida al asegurar que la mera transmisión de la información, sin la toma de acciones (la cual ya recae sobre las personas con capacidad de intervenir realmente) es lo que nos termina por convertir en viles espectadores o cómodos lectores, altamente informados y sin un gramo de ignorancia, lo cual nos deja sin justificativo para ver pasar por la pantalla de nuestras teles los atropellos, las nuevas guerras, la intolerancia de ideas.

Comentarios

quark schiz dijo…
Perdón, ¿qué tienen que ver los logros de estas dos mujeres con las mujeres (como en la mujer)? ¿Cuál mismo es ese 'ojo de mujer'? Yo no veo cómo ser mujer viene a ser un mérito complementario (o peor aún, sustitutivo) a las cualidades y obras de ese par, las cuales no tienen por qué hacerse extensivas al resto de mujeres (porque eso es equivalente a lo medular del racismo por si acaso).
Ana dijo…
Claro que no tiene nada que ver que sean mujeres. Es solo una coincidencia sobre la cual me pareció interesante comentar en el titulo, pero en ningún momento se plantea que por se mujeres tienen necesariamente una actitud o mas critica o necesariamente mas radical.
Coincido contigo en que no es un merito por se.

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