El ocaso de la isla

Publicado en el Universo (19/04/2010)

En medio de un “corralito” a empresas internacionales, de la detención y secuestro de personas para someterlas a interrogatorios y amenazas, ante el evidente atrincheramiento de la cúpula más descremada del castrismo, frente a los intentos de callar a las “damas de blanco”, de censurar a la bloguera Yoani Sánchez, o el hallazgo de un empresario chileno muerto en dudosas circunstancias la semana pasada, todo parece indicar que la situación en Cuba se ha tornado insostenible.

Lo que hoy queda de la revolución cubana es solo una cáscara quebradiza que en algún momento acogió los sueños épicos que solo gracias a Rusia se tornaron económica y materialmente viables. Con la caída de la Unión Soviética, la fuga de sueños y motores movilizadores fue tan feroz que lo único que quedó al interior es uno de los gobiernos (o dicho con todas sus letras “dictadura”) más corruptos del mundo. Sin ningún contrapoder que lo pueda interpelar y menos aún, sin esa especie de “auditoría” que de alguna manera ejercía la Unión Soviética mientras financiaba a la isla, hoy Cuba está a la deriva de una élite, cada vez más cerrada, hermética y menos idealista que la que actuaba bajo la tutela de Fidel. La promesa de un Raúl Castro como modernizador del proceso revolucionario en Cuba queda en absoluta inconsistencia, cuando el poder (heredado de manera autoritaria) se ha radicalizado y jerarquizado aún más en los últimos meses, caracterizado por lo que algunos indican como una verdadera “purga” política. Dicho en palabras de Yoani, la bloguera cubana más leída: “Algo muy fétido se esconde detrás del silencio y la distracción. Huele a billetes verdes, a desfalcos, tiene el hedor de la corrupción que ya no está localizada en un lugar sino que es genética al sistema”.

Pero cómo es vivir en Cuba hoy, qué implica para la generación que no nació al inicio de la revolución y le ha tocado ver apagarse a Fidel y no poder reencantarse con Raúl. Para ello, la bloguera cubana apunta sus dardos directamente a la herida. Es en esa descripción cotidiana, personal y sencilla en donde se evidencian de manera sutil y cada vez más clara el descontento, así como la profundidad de las inequidades e injusticias. “Para los cubanos de mi generación, la idea de anhelar el éxito implicaba el padecimiento de una terrible desviación ideológica, no solo si se pretendía sobresalir en lo personal sino también en el ámbito profesional o económico”. En sus frases se vislumbra inconsistencia y poquísima sintonía entre los castristas y el cubano común. Todo pasa por la tutela desviada de un partido que ha establecido prácticas coercitivas, que en plena era de internet son difíciles de ocultar, como la sistemática acción de secuestro e interrogación a cualquiera que sea o parezca una amenaza y que la semana pasada llevó a un empresario chileno, miembro del grupo predilecto de Castro, a enfrentar interminables interrogatorios por más de diez horas, para luego aparecer muerto en su casa bajo la tesis del suicidio, de la cual su familia niega. En estos relatos no queda espacio para ningún tipo de nostalgia barata de la revolución caída. Solo los que irresponsablemente se contentan con la imagen romántica de la revolución mantienen firme su apoyo al régimen, sin intentar siquiera ponerse en los pies del otro, del cubano que hoy trata de vivir en medio de un sistema que no le ha permitido surgir solo, tremendamente empobrecido y sin libertades.

Publicado en Diario El Universo



Fotografía tomada de Internet

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