Buenas notas, malas conductas

Publicado en El Universo (01/06/2010)

A muchos les parecerá esporádico y puntual como para considerarlo un problema sistémico, quizás para la mayoría sea un tema menor dentro de los grandes desafíos que enfrenta la educación en nuestro país. Lo cierto es que ya en el 2007, la encuesta global sobre salud de estudiantes desarrollada por la ONU, detectó en el caso específico de los estudiantes de Guayaquil entre 13 y 15 años, que el 28,5% afirmaba haber sido víctima de bullying (conducta de violencia y acoso al interior del colegio) una o más veces durante el último mes y preocupantemente, el 44,3% había sido seriamente lastimado físicamente una o más veces en los últimos doce meses.

¿Por qué hasta el momento este tema no se ha abordado desde su real dimensión, como si fuese ámbito exclusivo de los orientadores y psicólogos del colegio, cuando los efectos en los aprendizajes y el desarrollo académico se ven brutalmente amenazados en situaciones de mala convivencia escolar? Ante la pregunta, cabe señalar que los países considerados desarrollados (por la OECD) que han emprendido profundas reformas a la educación, reconocen haber identificado conductas discriminatorias, violentas y abusivas en el interior de las aulas, que se traducen en una mala calidad de ambiente escolar. Por ello, se han anticipado y respondido, entregando herramientas concretas para tratar estos problemas. Son países que están dejando de enfocarse únicamente al exitismo académico, aquel que premia las buenas notas al costo que sea (como estrés de los niños, competencia desmedida, discriminación de quienes no logran buenos resultados) y están dando paso a miradas mucho más integrales, en donde también se mide junto con el aprendizaje, otras capacidades como la colaboración o la tolerancia.

Ante la pregunta de quién es el responsable de que la escuela tenga un ambiente que promueva la buena convivencia, la respuesta es clara y contundente: todos. Y es que a convivir se aprende en cada espacio en que se comparte con otros, como tal es una dimensión del currículum escolar que se debe intencionar y se puede evaluar. La prevención debe estar por sobre la reacción y la resolución esporádica de situaciones producidas por la violencia. Esto implica que debe de dejar de ser abordado solo en charlas para padres de vez en cuando o en discursos bonitos de los directivos hacia los profesores y debe estar integrado transversalmente en las actividades diarias del colegio. Sin duda la colaboración, el respeto al otro, el debate de ideas, la tolerancia, no pueden estar supeditados únicamente a las típicas clases de ética o formación valórica sino que deben estar promovidos intensamente en las actividades curriculares (como lo hace hoy por ejemplo Inglaterra con el denominado “currículum de ciudadanía”). No hay duda de que la escuela es el gran mediador para ir mejorando la convivencia, ya que en la medida en que este sea un espacio que acoja y promueva verdaderos valores de interrelación social (que van mucho mas allá de los valores asociados a lo académico) tendrá un fuerte eco hacia los otros sistemas como la familia y la sociedad en general.




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