Imitar a Finlandia, ¿por qué no?

Publicado en El Universo (13/07/2010)
Cuando nos preguntamos por qué un país logra sostenidamente los mejores resultados en educación, probablemente las respuestas más reduccionistas nos digan que se trata del nivel de recursos que el gobierno de Finlandia dedica a la educación, pero lo cierto es que junto con ello, hay un sinnúmero de buenas prácticas y claras estrategias que deben ser miradas con atención y ojalá puestas en acción. Revisemos al menos las tres principales estrategias que a mi juicio concentran las razones detrás del éxito en la educación de Finlandia.

Detrás de una buena educación hay siempre un buen profesor. Esta es quizás la clave más relevante del modelo. Se trata por ejemplo, de la educación que reciben los universitarios que estudian para ser profesores, la cual es rigurosa, altamente demandada y sobre todo, asumida responsablemente por las universidades que la imparten. Además, el ser profesor hoy por hoy en Finlandia es tan relevante y valorado como lo es ser abogado o médico. Para dar clases se requiere estar titulado de la universidad y por ello si nos preguntamos por dónde se podría partir para mejorar sustancialmente la educación en nuestro país, podríamos asegurar que hay que partir por las universidades que imparten la carrera de docente. En Chile, por ejemplo, ya se implementó una prueba denominada “inicia” que mide el nivel de los egresados de las facultades de pedagogía, y si bien no han salido bien evaluados (para nada diría yo) lo cierto es que permite dimensionar el problema a fondo, ponerlo como prioridad y visibilizarlo. ¿Qué tal entonces si un organismo independiente de quienes entregan la formación certificara a nuestros graduados de pedagogía y diera el sello de calidad que se merecen los buenos profesores? Si bien ya se ha dado un paso importante con la evaluación obligatoria de los docentes, es necesario medir y hacerse cargo de la denominada formación inicial de los docentes.

Otro factor clave es la descentralización y autonomía que tienen las escuelas para definir el currículo, lo cual en sí, para la mirada estatista que tiene la educación en nuestro país, es una traba gigante. Sin embargo, recordemos que Finlandia es un país cuyo estado es tremendamente benefactor, pero no por ello desconfía de las libertades y de la autorregulación. En dicho país, cada 5 años, el currículo se puede modificar por parte de los propios profesores, bajo ciertas orientaciones comunes que el Estado sugiere. Esto se traduce en profesores autónomos que son capaces de analizar sus necesidades y proponer soluciones reales.

La tercera clave tiene que ver con conocer no solo lo que se enseña, sino saber enseñar, es decir dominar métodos de enseñanza que sean efectivos. Los profesores de primaria, por ejemplo, se preparan durante más de cinco años (leyó bien, 5) en distintas áreas como lenguaje, matemáticas, ciencias naturales, historia, ética, estética, religión y tecnología, entre otros. Eso permite tener una visión integral de la educación.

Probablemente pedir que se invierta de la forma que lo hace ese país podría parecer irreal, pero lo cierto es que ahí se demuestra que la responsabilidad es compartida entre el Estado, las universidades, las familias y los mismos profesores que ven en esta profesión una oportunidad para el cambio.


Imagen tomada de Internet

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