La osada apuesta de Gates

Publicado en El Universo (27/07/2010)
Desde que en el 2009 dejó el trabajo operativo en Microsoft y se dedicó de lleno a su fundación, Bill Gates ha soñado y actuado en grande. Con un capital que bordea los 34 billones de dólares (de los cuales según un estudio de la Fundación Avina, el promedio para Latinoamérica es de 17 millones al año) la Fundación Bill and Melinda Gates ha sobresalido, tanto por su nivel de inversión como por los focos en los cuales se ha centrado su aporte, específicamente en la innovación de áreas como salud y educación. Lo que desvela hoy a Gates, por sobre otros temas, son los malos resultados que los alumnos obtienen durante su paso por el colegio y para ello está dispuesto invertir 3 billones de dólares en los siguientes años con tal de revertir esta situación a nivel nacional.

La premisa de Gates es sencilla y plausible para quienes ven en los males de la educación una falta de criterio y manejo que muchos podrían aprender del mundo empresarial (que él tan bien conoce). En concreto a lo que apuesta Gates es a dar incentivos (más ingresos) a aquellos profesores que muestren mejores resultados en las evaluaciones de sus alumnos. De esta forma, según Gates, se pueden identificar a los buenos profesores y remunerarlos, como también separar del sistema educativo a los malos profesores que hasta ahora se mantienen no por los buenos resultados sino por su antigüedad y titularidad. La estrategia de la Fundación Bill and Melinda Gates está basada también en un intensivo proceso de evaluación, en el levantamiento de métricas que permitan estadísticamente observar qué pasa con los alumnos cuando los profesores enseñan mal, o en su defecto, bien.

Quizás las debilidades de este modelo tienen que ver con que no todos los resultados de los alumnos son ciento por ciento atribuibles a un buen o mal desempeño de los profesores, ya que hay factores como el cultural, es decir el entorno social, incluso el liderazgo de los directivos de los colegios, que inciden en estos resultados. En concreto la “variabilidad” que hay que enfrentar, no es solucionable con evaluaciones estandarizadas. También enfrenta la poca colaboración de los grupos de interés que intentarán detenerlos (sindicatos y colegios de profesores), así que su estrategia 100% privada y filantrópica puede tropezar con factores propios del sistema como es la política que tanto mal le hace a la educación.

El punto que me parece más relevante es que una vez más se reconoce que para cambiar estructuralmente la educación hay que trabajar codo a codo con los profesores, poniendo énfasis en las buenas prácticas, en los casos exitosos. Así mismo, se enfatiza la necesidad de dar buenos incentivos, lo que en sí es una práctica muy bien acogida en los ámbitos empresariales, pero no tan resuelto en el mundo social y educacional, de hecho una encuesta realizada por la misma fundación Gates, advierte que el 30% de los profesores considera que el incentivo monetario no es en sí una razón para mejorar su profesión.

Que si un solo hombre puede cambiar la educación de su país (y de aquellos que apoya) es una discusión más ideológica que objetiva, sin embargo, aprender y considerar la visión de quien ha mostrado su olfato para hacer bien las cosas e impactar en grande es al menos necesario si se quiere de verdad mirar con otros ojos un problema que lleva décadas.


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