Subterra

Publicado en El Universo (7/09/2010)


Sigue siendo difícil dimensionar lo que significa estar setecientos metros debajo de la tierra, conectados a una sonda que les permite alimentarse, comunicarse mediante video conferencia, recibir medicinas y conectarse con el mundo exterior. Por eso, a un mes de conmemorarse el derrumbe en la mina que dejó atrapados a treinta y tres mineros chilenos, la historia trasciende los límites de la noticia local. Aquí se juegan historias de valor y mucha emotividad social, pero también se define un estilo de gobierno, una manera de manejar los desafíos y la propuesta de nuevas políticas empresariales.

En Ecuador estaba el Presidente Piñera cuando se enteró del derrumbe en la mina San José. Su primera reacción fue rápida, para algunos fue calculada, pero sobre todo arriesgada, como lo han sido la mayoría de sus decisiones empresariales. Hacerse cargo de una tragedia de esta magnitud y hacerla parte de “su” gobierno implicaba jugársela el todo por el todo, aunque eso significara traer a expertos en rescate de la Nasa, incluso traer a los sobrevivientes del accidente en avión de la selección uruguaya de rugby del 72 para dar apoyo psicológico experto. Otro podría haberse quedado detrás de la escusa de que “esto es responsabilidad de la empresa”, pero Piñera desplegó a los dueños de la mina y en menos de veinticuatro horas el Ministro de Minería ya estaba al mando de la situación. Sin saber el estado de los mineros enterrados, aquí el riesgo era mayor, porque si los encontraban muertos, habría sido una gran desgracia nacional y también culpa del gobierno (aunque a primera vista no pareciera) pero no habrían faltado las acusaciones de poca regulación, de limitada atención a los llamados de emergencia, etc. Piñera sabía que al hacer “suyo” el problema, la resolución del mismo también lo sería.

Una de las contradicciones que han salido del fondo de la mina, es la precariedad de una parte de la industria de este gran país minero. En Chile operan las principales empresas internacionales con estándares de calidad y seguridad, realmente de clase mundial. Sin embargo, también existen cientos de empresarios mineros que han abusado de la riqueza del subsuelo chileno y han instaurado malas prácticas que avergüenzan a todos. La tragedia de la mina San José es la punta del iceberg de lo que el gobierno debe enfrentar.

Aquí no se juegan solo cálculos políticos y estilos de gobernar que marcan la diferencia. Lo cierto es que la conexión emocional que esto ha generado, ha sido solo comparable con lo vivido con una selección de fútbol o situaciones de carácter nacional muy complejas. Mientras se buscaba lograr contactos con los mineros, en todas las ciudades se vivía una sensación de pérdida y a la vez de esperanza en permanente tensión. Fue hasta el momento en que recibieron la nota escrita en marcador rojo, con las inolvidables frases “estamos bien, en el refugio los 33” que el presidente Piñera pudo capitalizar su cercanía con la ciudadanía. Los aprendizaje van desde los políticos (como la necesidad de decidir rápido y sin miedo) hasta empresariales (como la evidente necesidad de regular mejor) pero esencialmente social, un país conmovido, capaz de unirse mas allá de las diferencias ideológicas, con una sola meta en frente: sacar vivos a los 33 mineros!.






Imagen: Ilustración de Alberto Montt

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