Tanguera de portadas

Publicado en El Universo (22/09/2010)

Estoy sentada escuchando a Cristina Fernández de Kirchner. Ella con su pelo liso rojizo impecable y su traje que se parece más a Susana Jiménez que a una presidenta que intenta cambiar el país, se dirige a un público eminentemente académico por motivo de un Congreso Iberoamericano de Educación que por estos días se desarrolló en Buenos Aires. No cabe duda de que Cristina sabe hablar, sabe parafrasear cuanta idea se le cruza por la cabeza y en menos de un segundo logra conjugar a una Argentina potencia alimentaria, el desarrollo rural, la educación del siglo XXI y por supuesto la irresponsabilidad de los medios de comunicación. Aplausos rotundos por parte de quienes, para ella, son los académicos que poco conocen de la realidad, pero que igual la aplauden, porque su demagogia es tal que su voz con tono de tango, llorón y trágico igual gusta y atrae. ¡Más aplausos!

Durante estos meses Cristina se ha vuelto monotemática, apunta a un solo objetivo, llora por lo mismo, le preocupa solamente un tema y en cuanto puede, lo saca a relucir. Su pelea con los medios de comunicación es campal, y basta con estar un par de días en Argentina para tomarle el pulso de la guerra que les ha declarado. Su estrategia responde al mismo patrón que el de otros gobiernos autoritarios de la región. Primero partió con una crítica permanente y la desacreditación de los medios, luego siguió con la persecución directa e indirecta, tanto de periodistas como de los dueños de los medios. Pero como aquello no fue suficiente, decidió irrumpir en el juego más criticado por ella (por incoherente que resulte) y en donde parece obtener mejores resultados: el juego del mercado. Es ahí en donde ha enfatizado su estrategia, no solo comprando y adquiriendo cada vez más medios (supuestamente públicos) sino que además, intenta regular la venta de periódicos. La decisión de dejar la venta de diarios solo para los quioscos (prohibido quedarán los supermercados y otras tiendas no adscritas) será un gran golpe para la industria y sobre todo para el ciudadano que debe tener la libertad de comprar donde le parezca mas cómodo y necesario. Todo esto coronado por una nueva ley de medios de comunicación que busca regular más los medios, su impacto y relevancia social. ¿Le suena similar esta situación?

Por paradójico que parezca, lo cierto es que la alta regulación de los medios es al final del día lo que permite avanzar a los gobiernos caudillistas, cuyo motor y fuerza son la imagen y comunicación que proyectan. Son este tipo de gobiernos y sus cabezas las que se sostienen sobre las portadas de medios, las cadenas radiales y los minutos de televisión y por ello cualquier amenaza que atente a su imagen debe ser mitigada inmediatamente. No fue casual que en menos de cuarenta y ocho horas estuviera Néstor Kirchner, recién salido de la clínica, parado al lado de su mujer para mostrar que el Kirchnerismo sigue vivo. Son esas imágenes, esos mensajes, esa fragilidad mediática lo que aterra y amenaza permanentemente a quienes viven del poder que catapultan los medios y por ello los aman y los odian, pero sobre todo buscan controlarlos porque no conciben la libertad como el gran regulador de las relaciones ciudadanas.

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Imagen extraida de Internet

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