Mi pais imaginario

Publicado en El Universo (06/02/2011)

Que una imagen vale más que mil palabras es un hecho aceptado mayoritariamente en especial, si consideramos que las imágenes, junto con ser expresiones visuales son además una forma de sintetizar y resumir o englobar aquello que creemos que es real. Convengamos además que, las imágenes que nos vamos formando son construcciones que socialmente y en conjunto hemos creado. Aquellos que logran utilizar las imágenes sin duda tienen un camino ganado, por lo que no es coincidencia el observar que la imagen de país que tenemos hoy es un intento bien logrado por hacernos creer, o mejor dicho “intentar mostrarnos” una realidad particular. La pregunta es qué tanto nos imaginamos y qué tanto es real.

De las imágenes mejor concebidas como concepto, pero además como síntesis de aquello que para el actual gobierno es fundamental, esta la desarticulación de la partidocracia y la mayor participación ciudadana. Tanto en los discursos, como en las propagandas gubernamentales, aparece el fin de un mal que dista mucho de haberse alejado. Basta con revisar el nuevo orden político bajo el cual las alianzas, las agrupaciones o las fuerzas políticas se forman, para derribar esta imagen del fin de la partidocracia y develar aquello que hay detrás: una forma de articular la política en torno a poderes altamente jerarquizados y excluyentes en donde cualquier forma de participación contraria o simplemente disonante debe ser acallada o separada.

Por otro lado, el manejo de las imágenes implica reconocer que éstas viven en la temporalidad y se van desvaneciendo en la medida en que aparecen nuevas, de ahí que la vorágine de una imagen reemplazando a otra es lo que la publicidad ha explotado para efectos de sumar consumidores (o visto desde la esfera político-social sumar ciudadanos). El producto mejor pauteado y con mayor espacio en los medios de comunicación es el de la imagen/concepto de revolución. Es justamente la imagen de la patria que avanza, cuyo horizonte es cada vez mas brillante y esperanzador, la que continuamente se renueva con más y nuevas imágenes, en forma de campañas publicitarias del gobierno, campañas para elecciones, campañas para promover nuevas consultas populares. De cierta forma prevalecen dos imágenes, por un lado la de triunfo permanente y por otro la idea/imagen de que se avanza, ésta última sustentada en que históricamente no se había hecho nada, y por tanto cualquier cambio o paso es un triunfo en si, aunque implique el retroceder dos o tres pasos sobre logros previamente alcanzados.

Mantenerse vigente implica mantenerse en el imaginario social y eso en una era altamente mediatizada implica estar en la agenda de los medios de comunicación. De ahí lo difícil que le ha resultado al gobierno el mostrar un país alejado de la inseguridad, los escandalosos negociados entre familiares de quienes nos gobiernan, la prepotencia de los círculos de poder por sobre las amplias mayorías (aunque sean del mismo conglomerado), o el simple respeto por quienes piensan distinto. Ninguna de esas realidades ha cambiado sustancialmente aunque insistentemente quieran que me lo imagine de otra forma.




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Otra foto/imagen de Margarita Dittborn ("Este pasto está mejor")

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