Claves para fortalecer a los profesores
Santiago, Chile
El Mercurio, 15 de Marzo 2015
El momento crítico que enfrenta la Política Nacional Docente se debe a lo estructural que es contar con una carrera integral y que efectivamente le cambie la cara a un ámbito que no solo arrastra necesidades en múltiples dimensiones, sino que además enfrenta el desafío de ponerse al día con lo que la educación del siglo XXI requiere para formar ciudadanos con capacidad de desenvolverse y participar plenamente en la sociedad en que vivimos, donde los docentes son el punto neurálgico.
Desde Fundación Chile hemos observado, tanto en las escuelas y liceos a los que hemos acompañado en sus procesos de mejoramiento como en la formación de profesores y directivos, una importante necesidad de continuar fortaleciendo las competencias en el desarrollo profesional asociada a condiciones favorables del ejercicio de la profesión. La oportunidad de una conexión ampliada con los docentes del sistema a través del portal Educarchile y las investigaciones realizadas al interior de la fundación fortalecen esta visión que requiere poner al centro el desarrollo de capacidades para lograr una educación más equitativa, inclusiva y de calidad.
Durante la formación inicial de los docentes se requiere mejorar significativamente la preparación de los alumnos que hoy estudian pedagogía, lo cual implica no solo elevar los estándares de calidad de las carreras, sino también conectarlos mucho más con la realidad y el terreno. Las prácticas durante la formación de docentes, así como los primeros años ya en su desempeño laboral, son fundamentales y críticos para desarrollar habilidades y competencias en los profesores. Pues bien, hoy ambos procesos son poco sistemáticos e irregulares en sus resultados.
Punto adicional a considerar es el proceso de habilitación para poder ejercer la carrera docente, que debe garantizarnos que quienes entran a esta carrera se encuentran preparados y con las habilidades requeridas para una educación desafiante como es la del siglo XXI.
Una nueva carrera docente debe garantizar las mejores condiciones laborales y claridad en las trayectorias profesionales. Esto significa avanzar en mejorar las remuneraciones y condiciones para que la carrera sea ascendente y atractiva. Tenemos que lograr que los mejores docentes permanezcan en el aula, entregando sus conocimientos y apoyando a los estudiantes, porque dicha decisión debe ser igual de atractiva que optar por labores que implican estar fuera de la docencia.
La formación en servicio de los profesores es una base importantísima, en especial si se trata de aquellos que están en escuelas con más necesidades. En nuestro trabajo, hemos apoyado el fortalecimiento de capacidades en escuelas con altos grados de complejidad social, geográfica, económica, etcétera. Un claro ejemplo es la escuela de Camiña, que hemos acompañado de cerca, cuya realidad rural, altamente vulnerable, sumada a su riqueza intercultural, logra resultados de aprendizajes significativos. Este es un ejemplo de que la inclusión y la calidad son posibles si van de la mano del fortalecimiento permanente de capacidades docentes que apuntan al mejoramiento de los aprendizajes.
Se requiere, por tanto, centrar el esfuerzo en el mejoramiento de los aprendizajes de todos los niños y niñas, a través de procesos de formación formal (como cursos y capacitaciones), pero también innovar por medio de plataformas virtuales, o del intercambio permanente en redes de aprendizaje, potenciando el trabajo colaborativo entre docentes y las metodologías didácticas que permitan transitar a los docentes hacia nuevas y efectivas prácticas que hoy están siendo desafiadas por los mismos estudiantes.
Finalmente, creemos que la carrera debe ser universal, es decir, para todos los docentes que reciben en sus trabajos financiamiento del Estado. Esto implica otorgar las mismas oportunidades a todos los docentes y disponer de mecanismos de movilidad entre establecimientos y por sobre todo garantizar la equidad para los docentes del sistema. Si optamos como país por impulsar y concretar una carrera docente integral, sistémica y universal, estaremos dando un paso fundamental para lograr que llegue el momento tan esperado por los docentes.
Desde Fundación Chile hemos observado, tanto en las escuelas y liceos a los que hemos acompañado en sus procesos de mejoramiento como en la formación de profesores y directivos, una importante necesidad de continuar fortaleciendo las competencias en el desarrollo profesional asociada a condiciones favorables del ejercicio de la profesión. La oportunidad de una conexión ampliada con los docentes del sistema a través del portal Educarchile y las investigaciones realizadas al interior de la fundación fortalecen esta visión que requiere poner al centro el desarrollo de capacidades para lograr una educación más equitativa, inclusiva y de calidad.
Durante la formación inicial de los docentes se requiere mejorar significativamente la preparación de los alumnos que hoy estudian pedagogía, lo cual implica no solo elevar los estándares de calidad de las carreras, sino también conectarlos mucho más con la realidad y el terreno. Las prácticas durante la formación de docentes, así como los primeros años ya en su desempeño laboral, son fundamentales y críticos para desarrollar habilidades y competencias en los profesores. Pues bien, hoy ambos procesos son poco sistemáticos e irregulares en sus resultados.
Punto adicional a considerar es el proceso de habilitación para poder ejercer la carrera docente, que debe garantizarnos que quienes entran a esta carrera se encuentran preparados y con las habilidades requeridas para una educación desafiante como es la del siglo XXI.
Una nueva carrera docente debe garantizar las mejores condiciones laborales y claridad en las trayectorias profesionales. Esto significa avanzar en mejorar las remuneraciones y condiciones para que la carrera sea ascendente y atractiva. Tenemos que lograr que los mejores docentes permanezcan en el aula, entregando sus conocimientos y apoyando a los estudiantes, porque dicha decisión debe ser igual de atractiva que optar por labores que implican estar fuera de la docencia.
La formación en servicio de los profesores es una base importantísima, en especial si se trata de aquellos que están en escuelas con más necesidades. En nuestro trabajo, hemos apoyado el fortalecimiento de capacidades en escuelas con altos grados de complejidad social, geográfica, económica, etcétera. Un claro ejemplo es la escuela de Camiña, que hemos acompañado de cerca, cuya realidad rural, altamente vulnerable, sumada a su riqueza intercultural, logra resultados de aprendizajes significativos. Este es un ejemplo de que la inclusión y la calidad son posibles si van de la mano del fortalecimiento permanente de capacidades docentes que apuntan al mejoramiento de los aprendizajes.
Se requiere, por tanto, centrar el esfuerzo en el mejoramiento de los aprendizajes de todos los niños y niñas, a través de procesos de formación formal (como cursos y capacitaciones), pero también innovar por medio de plataformas virtuales, o del intercambio permanente en redes de aprendizaje, potenciando el trabajo colaborativo entre docentes y las metodologías didácticas que permitan transitar a los docentes hacia nuevas y efectivas prácticas que hoy están siendo desafiadas por los mismos estudiantes.
Finalmente, creemos que la carrera debe ser universal, es decir, para todos los docentes que reciben en sus trabajos financiamiento del Estado. Esto implica otorgar las mismas oportunidades a todos los docentes y disponer de mecanismos de movilidad entre establecimientos y por sobre todo garantizar la equidad para los docentes del sistema. Si optamos como país por impulsar y concretar una carrera docente integral, sistémica y universal, estaremos dando un paso fundamental para lograr que llegue el momento tan esperado por los docentes.
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